Querido DUQUE

Excelentísimo Sr. Duque:

Fue un honor para mi y toda mi familia presenciar ayer su actuación en las fiestas grandes de Aranjuez, villa de Madrid.

El descenso por el río Tajo y su embarcación fue, una vez mas, un espectáculo digno de admiración.


Aunque algunos tuvimos que madrugar para no perder detalle de los momentos previos a la botadura, ésta mereció la pena. Pudimos comprobar cómo sus hombres
trabajaban duramente, y cómo hasta el mas mínimo de los detalles estaba cuidado (esos uniformes ligeros graciosamente bordados bajo un sol de justicia, eso sí que es entrega!).




Las circunstancias hicieron que la botadura fuera pelín complicada, pareciera que la nave no quería reposar en su medio natural.
Esa rama altiva que impidió descarada el descanso en el agua fue raudamente eliminada por uno de sus grumetillos, aunque nos puso el corazón en un ay por dicho impedimento.
Y cuando la nave, por fin, reposó, tanto movimiento le pasó factura y el cuerpo central se desplomó, sumiendo a todo el públicó que allí nos hallábamos en una agonía generalizada.

No se puede negar que fue el más espectacular, todos los allí presentes estábamos pendientes de su invento, Sr. Duque, mas de uno apostaba que no llegaría a puerto.


Pero una vez mas, Vd. lo consiguió, señor. A lo grande (porque era grande el bisho), fue surcando el río, majestuosamente, como corresponde a un par del reino y poco a poco, llegó a su amarre, arrancando a todos los que allí nos encontramos un aplauso fervoroso y 150 monedas de plata, insuficiente para alimentar el ego de su capitán pero necesario para continuar en la brecha, entre los mejores.

Para finalizar mi carta de agradecimiento he de mencionaros la diversión que supuso encontrar en su fiesta a tantos amigos, algunos nuevos y otros muy viejos, que hicieron de ese día algo muy especial. Aunque para mi, personalmente fue motivo de mucha alegría encontrarlos, la realidad es que todos nos concentramos en su evento para apoyarle, Sr. Duque y mostrarle así, en cuerpo y alma, sin miedo al calor o al polvo del camino, nuestra admiración y respeto por su increíble obra.

Y sin mayor dilación paso a despedirme, no sin antes, aconsejarle un período de descanso.

Le echaremos de menos pero todo genio necesita descansar de cuando en vez!!!

Cordialmente suya,

Su hermana, la Duquesa (toma ya!!!)