De OKUPAS por la Comunidad

Hemos sido un poquito transgresores...ummmm, qué bien sienta eso cuando vives tan sometido a las reglas sociales (necesariamente y con gusto, pero a la vez, tan atado).

La culpa la tiene uno de nuestros amigos de Guardamar. Sí, en realidad, todo empezó por él y por la magnífica mini barbacoa de forja que tenía expuesta en su flamante tienda de bricolaje.

El impulso consumista de Javier junto con su afición a las barbacoas, carnes a la brasa, etc...hizo que no desperdiciara la oportunidad de consumar su amor a primera vista y dicho y hecho, nos trajimos la barbacoa desde Guardamar hasta Tres Cantos, a nuestro estupendo piso sin terraza (bueno, técnicamente, tenemos una pequeña terraza en el dormitorio pero creo que eso no cuenta para hacer barbacoas).

El caso es, que me supongo yo, que Javier desde que compartía su vida con este aparato pesado estaba deseando hincarle el diente, nunca mejor dicho, así que en un pis pas, como es él, nos embarcó a mi y a un par de parejas mas con niños incluidos a un día de campo sin salir de casa.

Para eso, tuvimos que esperar que no hubiera demasiada gente en los alrededores, ayudaba el hecho de que en agosto no está ni el tato. En un rinconcillo de los soportales y con todas las precauciones necesarias, desvirgamos el aparato en cuestión y procedimos a disfrutar de choricillos criollos, pancetas, pinchitos morunos y carnes selectas varias.

La cuestión es que en un momento se formó una humareda que te cagas aunque estábamos colocados estratégicamente bajo tres pisos en los que sabíamos que no estaban los dueños (uno de ellos el mio). Desde otro ángulo, nos podía ver a la entrada de los garajes. De cachondeo gritábamos -"Cuerpo a tierra"!!- cuando algún par de focos nos deslumbraban al entrar.

Fue una experiencia diferente, divertida, como todos los planes un poco locos del verano. Al final nos pillamos una cogorza que después de dos días aun estoy lamentando.

Y es que los cuerpos... ya no son lo que eran.

No nos sirven ni para transgredir.