Mi PISCINA

Ya he escrito otras veces sobre la comunidad en la que vivo. Es especial. O al menos, eso pienso yo.

Mi piscina es otro elemento aglutinador, como la pista de pádel, las juntas de gobierno o el arenero donde juegan los niños.

Y la piscina también tiene su dinámica específica.

Está la parte de abajo (a ras del vaso) donde las madres ocupan sus posiciones estratégicas para vigilar a sus hijos. Y luego nos encontramos la parte de arriba, donde año tras año, habitualmente se suelen (solían, pues ya casi no existe) las parejas sin niños. Ahora, por supuesto, también las utilizamos los que tenemos bebés, niños o simplemente, queremos leer algún libro con un poco de ¿calma? poniendo distancia entre el alegre jolgorio de la niñería y nosotros.

Arriba, en el “solarium“ propiamente dicho, tenemos unas hamacas y unas sombrillas que la primera junta, la genuina, la raiz de los “Artesanos”, pues se ocupó de conseguir para comodidad y disfrute de los habituales del lugar.

Esas hamacas, cada verano, han cumplido con su función perfectamente. Después de un rato tostándonos al sol, siempre alguien dice, -”¿quereis una cerveza, coca cola o similar?” - “bueno“, respondemos tímidamente, pero con la garganta más seca que un ripio. Y ya la pachanguita está montada.

Los más adictos, terminan la tarde juntando en forma de cruz las tumbonas y jugando al mus, (vale, me confieso).
Cada año me sorprendo cómo, hasta ahora, con el espacio tan limitado que tenemos arriba y las pocas hamacas, pareciera que son las justas para la gente que las necesita. No sé cómo lo hacemos, pero todo el que sube tiene hueco, siempre hay, y nunca (bueno, no voy a decir nunca) ningún vecino ha tenido que depositar su toalla en el ardiente suelo imposible de pisar sin un calzado adecuado para la ocasión.

Cierto es que los dos o tres primeros años, la piscina estaba muy vacía, sobraba espacio y disfrutábamos de un silencio digno de cualquier propiedad privada. Luego, empezaron a venir los bebés que, al paso del tiempo, se han convertido en críos de 5,6 y 7 años y claro, olvídate ya de la tranquilidad.

Caigo en la cuenta que los vecinos que llevamos aquí desde el principio, (va a hacer 8 años), tenemos nuestros sitios “asignados”. Por supuesto, no es matemático, pero hay algunas caras a las que no recuerdo ver normalmente arriba en el solarium, y otras que, muy pocas veces, se asocian a la parte de abajo, donde la pisci.

También cada año, solemos ver algún rostro nuevo y es el lugar idóneo para comentar -”quién es éste?”, -“mira que tipazo tiene la nueva” o intercambiar las primeras palabras: -”buenos días, qué calor hace hoy , no?”

De todos modos, comentaba yo con un vecino, que debe ser difícil para los “nuevos” integrarse en un macro grupo tan “raramente unido”. Desde fuera, se debe ver extraño la confianza, familiaridad y complicidad que existe entre la mayoría de nosotros (evidentemente, no todos somos amigos del alma, pero es una convivencia muy agradable) e imagino que debe ser complicado acercarse al grupo.

Pues por si alguien está pensando en venir a vivir a esta nuestra comunidad de Artesanos, haría muy bien en apuntarse rápidamente las claves básicas para hacerse un hueco en esta sociedad tan especial, son las famosas cuatro "P":

-Parque
-Piscina
-Pádel
-Y de vez en cuando, Póker

Y si no, que alguien me lo niegue...