Celebrando el DIA de la MADRE como una MADRE

Y qué mejor forma que invitándome a comer en uno de nuestros restaurantes favoritos???

Me pareció buena idea hasta que miré hacia abajo y vi que mi garrapatilla tenía los ojos tan abiertos que me temía que no se acercaban momentos de especial paz y tranquilidad.

Me empecé a agobiar y dije -"noooooo, que mira como va la niña!!!".

La primera y única vez que hemos comido con ella, me puse cabezota, no quería, me daba miedo que empezara a llorar y no pudiera terminar el plato...pero Javier me dijo que si eso ocurría, nos levantábamos y nos íbamos, que lo teníamos asumido. Y haciendo de tripas corazón, me senté en la terracita y me dispuse a comer, con un ojo en la carta y otro en el cochecito.

Oyes, que la niña divina. Aunque estábamos fuera de hora, con el solecito, dormía plácidamente y me permitió comer y relajarme después de quince días agotadores.Me sentí otra vez persona.

No podía ocurrir ahora, en el Dia de la Madre, lo mismo? está bien, le dije: vamos a comer (pero un sexto sentido me decía que esta vez iba a ser diferente).

Ya habíamos pedido y nos traían un entrante para compartir cuando: guaaaaaa, guaaaaaa, guaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!

Ainssss, qué agobio, mueve el cochecito, hazle carantoñas, dios mio, dónde carajos está el chupete, cógele que asínnn se calla, ponle la toquillita que hace frío, que me voy al baño a mecerla, que no, que salgo a la calle y la duermo...o sea que... mis opciones son comer con el llanto desconsolado de una bebé hambrienta como fondo o comer sola mientras mi marido se llevaba a la niña fuera del restaurante... qué divertido!

Por una vez, fue Javier, quien sorprendiéndome no dramatizó (a lo mejor porque me vio que yo ya estaba absolutamente agobiada)y decidió tomarse el tema con bastante paciencia, así que me contagió el ánimo y decidimos que, qué mejor manera de pasar el Día de la Madre, que ejerciendo de.

Así que mi niña se me durmió en mis brazos, mientras Javier me cortaba los esparraguitos braseados para que yo los pudiera pinchar con una mano y luego me acercaba el vino que, amablemente, el camarero viendo la escenita, se apremiaba para que mi copa nunca estuviera vacía.

Necesité media botella de vino pa'relajar (si, si, ya sé que no se puede, pero...) y los saltos que daba cuando por fin se durmió, se parece bastante a esto que cuelgo al final del post... (me he copiado del blog de Vasp, que es muy bueno y desde aquí lo recomiendo: http://www.lacoctelera.com/voyaserpadre- .

En fin, quién ha dicho que ser papás a los cuarenta cambia la vida?????


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