miércoles, febrero 13, 2008

La ventana de ACANTHA


La ventana de Acantha hacía varias semanas que reflejaba la plata líquida del rocío de la mañana. Pequeñas gotas, heladas, grises y brillantes se deslizaban por el frío cristal, cerrado, y que Acantha se negaba a abrir. El vaho hacía su presencia y te decía: no me toques que estoy fría.

En realidad, pensó ella, así sería mi ventana si no viviera en el fondo del mar.

En esos días, su piel no brillaba ni su corazón palpitaba con cada nueva ola. No tenía ganas de nada, ni de saltar, ni de bailar, ni siquiera de cantar a los pescadores de la madrugada.


Pero un día amaneció diferente. Su ventana, abierta de par en par, dejaba entrar los rayos cálidos del sol, caldeando la habitación, el olor a tierra mojada impregnaba el aire y el balcón se vestía con los mejores diseños de la naturaleza: macetas con las mas bellas flores llenaban de colores los rincones más apartados.

Cuando Acantha sóñó de nuevo con su ventana y la vio así, vestida de gala, pensó ¿qué había cambiado? y entonces lo supo, no fue fruto de su imaginación. La noche anterior, cuando salió, como cada atardecer, a peinarse el cabello a la roca más alta, le vio.

Sabía que por ella, él había encendido su faro, deseaba que notara su presencia, que a pesar de la lejanía de sus mundos, quería que supiera que estaba ahí por ella, que la anhelaba, que la deseaba y que en cualquier momento, volverían a verse. Aunque solo fuera, como siempre, ese minuto escaso, insuficiente y precioso.

Acantha supo entonces que, a pesar de sus propósitos, sus dudas, y su tristeza, seguía enamorada hasta la última escama.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto va con segundas berdad? Tiene doble, múltiples, lecturas.

Montse Rius dijo...

Merlussso, eres muy intuitivo. Pozi, múltiples, personales y todo tipo de lecturas ¿no es así el amor? cada uno diferente, personal y totalmente esquizofrénico :-)

Besotes.