Desde hace muchos años, para qué engañarnos, vivimos la cultura al cuerpo.
Pero...¿dónde hemos dejado el culto a nuestro interior?
El caso es que sí, nadie se libra de esta plaga, o es ajeno a este virus del s. XX y del XXI o quizás ¿desde siempre?.
Evidentemente, hemos evolucionado y mucho, en la importancia que le damos a nuestro aspecto exterior, pero desde el principio de los tiempos, y dando preferencia a uno u otros valores (gordura, delgadez, peludas, depiladas, morenas, blanca inmaculada....), nuestro físico ha sido muy importante a la hora de relacionarnos, buscar trabajo, abrirnos a los demás, motivarnos, sentirnos seguros, etc.
Pero qué ocurre cuando una mujer, durante los 9 meses de embarazo, va modificando su cuerpo de manera absoluta e incontrolable?
Pues que está divina y además LIBRE DE TODA CULPA.

Pues sí, he oido a muchas madres y futuras madres decir lo mismo y entre otras causas, pienso que se sienten así porque el michelín que sobresale del pantalón no es debido a una noche loca de cervezas y bocata de panceta, no hay sentimiento de culpa, al contrario, una está feliz de sacrificar su cuerpo para dar una nueva vida, con lo cual ni siquiera hay reparo en enseñar orgullosa la lorza.
Pero...qué ocurre cuando, milagrosamente esa nueva vida nace, y te quedas tú con un cuerpo que no reconoces???
Pues mira, si fuera Demi Moore, tendría un preparador físico 12 horas al día que me pondría mucho mejor de lo que estaba antes. Pero como no soy ninguna estrella del cinema internacional, me conformo con hacerme mis pajillas mentales, un poco de dieta y un pensamiento para un futuro ejercicio diario (ni siquiera ahora, 30 días después del parto, me está permitido hacer abdominales, no se qué de la involución del útero).
-"Qué bien, he perdido cinco kilos en el parto!!!"- (lo único bueno, aparte de la niña) y una semana después, -"dos kilos mas"- (guay!!!) pero qué hago con los otros cinco que me sobran y que se han instalado de manera permanente?? y qué hacer cuando descubres (me pasó ayer) que esos cinco kilos de mas se reparten de manera extrañamente sorprendente en sitios donde anteriormente no existía una lorza?
Y es que mi cuerpo no es lo que era, oiga.
Y encima,si estás dando de mamar, te cuentan que te olvides de perder esos kilos. Por otra parte, he leido (internezzzz, por supuesto) que la mejor y más rápida forma para recuperarse es, justamente, esa, dando el pecho.
El caso es que con o sin depre postparto, te ves hecha un adefesio, vistiendo la ropa premamá de antes, sin la barriga feliz que lo propiciaba, sin tiempo para darte una ducha en condiciones y alisarte un poco los rizos desbocados del pelo y llena de lamparones que la niña te va esparciendo, recuerdo amoroso de cada una de las tomas.
Y con el último aliento de tu ánimo incansable, piensas que se te ha encendido la luz de tu ingenio cuando recuerdas esos pantalones de antes de ponerte a dieta y corres rauda y veloz hacia el armario en su busca, revolviendo todos los cajones como una posesa.

Paciencia, hija mia, me digo yo mirándome al espejo e intentando conciliarme con mi imagen actual: seguramente, para la época piscinera, me encuentro un poquitín mejor, aunque solo de pensar en los bikinis se me ponen los pelos como escarpia (porqué me daría a mi en comprarme minibikinis brasileños?)
Quién se echa un pádel suavito conmigo???