La cucaracha de la SUERTE

Quien me conoce bien sabe de mi fobia.

Siempre me han dado MIEDO (que no asco) las cucarachas. Pero con la edad, este miedo se ha ido convirtiendo en fobia, de tal forma, que en verano, este temor domina gran parte de mi tiempo (cuando atardece y se esconde el sol y por las noches con pesadillas que atormentan mi mente).

No entraré en detalles, pero cuando algo te condiciona así la vida, es muy desagradable, para ti y para los demás. Javier se resiente todos los veranos de no poder pasear cuando anochece, pero es algo superior a mis fuerzas.

Mis amigos se lo toman con humor e incluso alguno,me va señalando el camino por donde no hay "bishos" o por el contrario, si alguna aparece de improviso, me avisan para que no pase por ahí.

En fin, aclarado este punto, nos situaremos en el día siguiente al ingreso de Lucía en neonatos del Príncipe de Asturias.

Aunque habíamos dormido sin la niña, ninguno de los dos teníamos la sensación de haber descansado. A las 9 en punto, estábamos en Alcalá para la primera toma del día, desanimados, cansados, pero con ganas de ver a nuestra pompita.

Después de la toma, de jugar con ella, ver que estaba bien, ya un poco mas tranquilos, nos diponíamos a dejar pasar el tiempo hasta la siguiente visita, dos horas mas tarde, así que nos fuimos a la cafetería.

Aunque sin hambre, me pillé un colacao y un "croasant" por aquello de hacer leche, modonevera, y elegimos una mesa al azar. Javier se levantó a por algo que se le había olvidado y fue en ese exacto momento, cuando una de mis queridas "cucas" apareció de improviso en la mesa donde había puesto mi desayuno, atravesando como loca de un extremo a otro, toda la superficie.
Dios mio!!! me olvidé de puntos y de todo lo demás y agarré la bandeja con fuerza, levantándome con un respingo y quedándome congelada viendo al bisho moverse de un lado a otro de la susodicha mesa. Y Javier que no volvía!!!!

Paralizada de terror, vi que el chico de la mesa de al lado me miraba y comprendiendo el mal momento que estaba pasando, se levantó y con una servilleta apartó a la cuca de la mesa. No obstante, y viendo que yo seguía sin reaccionar, se fue donde la cobarderrr cayó y terminó con su mísera existencia de un sonoro pisotón.

De mi boca, apenas salió un compungido:-"Gracias, no tengo ni idea de donde ha podido haber salido"- y el chico, me contestó: -"ya ves, la limpieza de por aquí"- señalando a las cocinas.

En ese momento, Javier se acercaba a la mesa y contemplaba con extrañeza, toda la escena, y yo no pude hacer otra cosa que echarme a llorar sin parar, con congojo, y pensando que el chico que me había ayudado debía de estar flipando.

Qué mal momento! pensaba yo en ese instante, porqué me tenía que pasar todas esas cosas seguidas.... y encima, tener que comerme el desayuno...maldita sean las ganas que tenía yo de comer eso!!!!aggghhhhh!

Pero no había otra y una vez tranquilizada, nos fuimos al coche a esperar.

Eran las 12 cuando subíamos de nuevo a neonatos. Las mamás primero para iniciar las tomas y los papás, media hora después.

Al minuto de llegar, la pediatra me informó que Lucía había normalizado sus niveles y que nos la podíamos llevar....Qué alegría!!!!

No pude dejar de pensar que esa cucaracha que tan mal me había hecho sentir, al fin y al cabo, me había traido la SUERTE y que ese rato solo era preludio de algo infinitamente mejor.