25 minutos es lo que separa a mi coche, cuando lo aparco en la c/Añastro, de la puerta de la oficina donde curro.
Todo empezó hace algo mas de un año y medio:
En la oficina comenzaron los rumores del parking vigilado o en su defecto, los dichosos parkímetros. No puede ser, no nos los creíamos, la zona donde trabajamos es una zona residencial, donde la mayoría son casas unifamiliares, chalets, cada uno con su garaje, sin necesidad de aparcar en la calle.
Iban transcurriendo los días y en los medios de comunicación se creaba la polémica. Numerosos barrios comenzaban a convivir con nuevos habitantes solitarios, rígidos, silenciosos, ávidos de dinero como mínimo cada dos horas, (eso siempre que fuera la zona azul, claro, que es la menos mala para los no residentes).
El caso es que llegó el día que también nos tocó a nosotros. Recuerdo esa mañana que, como siempre, llegué con mi coche a al ofi y me congratulé porque extrañamente había sitio libre en la misma puerta.
-Dónde has aparcado hoy?- me preguntó una compañera.
- Anda, pues en la puerta!- dije yo
- Has visto la rayas azules?-
- Qué carajos de rayasss?
Fue la primera vez que las vi.
Desde entonces he tenido que aprender a convivir con alguien nuevo en mi vida: el parkímetro. Como esta relación no me gustaba mucho ni mi economía se lo podía permitir, a la par que crecía en mi cierto stress, protestaba, gritaba, me enfadaba con todo el mundo comentando el tema, también pensábamos cómo eludir a este molesto vecino.
Un día, mi marido me sacó de excursión. Qué bien, que nos vamos de campo!...pues no, un sábado cualquiera allí estábamos, estudiando el área de influencia de mi ofi buscando zonas que no estuvieran coloreadas por las dichosas rayitas.
Encontramos una ideal. A 25 minutos. Claro que, en ese momento, todavía no sabía que eran 25 minutos.
En fin, que ahora aparco a salto de un paseo que positivizo y me convezo de que ...qué bueno que es andar y qué bien que me viene, qué guapa que soy y que tipo tengo!
A las 15.00h. de agosto con 43 grados a la sombre no me parecía tan bueno.
Ahora espero con ansia la siguiente nueva experiencia: salir a las 19.00 (o las tres de la madrugada, que para el caso en cuanto a luz, es lo mismo) y con 3 grados bajo cero. Vaya un paseo agradable.
El paisaje no acompaña mucho, ya que voy cruzando la M-30 y tengo que hacer un esfuerzo para evadirme dentro de mi burbuja. No me pierdo nada, ni siquiera el atasco de la mañana :-) que lo tengo hasta que aparco y lo veo cuando cruzo el puente.
El médico, el otro día me recomendó andar, al menos una hora diaria, así que le sonreí y le dije:
- Quite, quite, no se preocupe por eso, que lo tengo controlado...alguna otra indicación mas?
jueves, septiembre 21, 2006
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4 comentarios:
Si, otra indicación, no perder el sentido del humor. :-)
Jajajajaja, pues va a ser que tienes razón, pero déjame que, al menos, tenga la posibilidad del desahogo, la pataleta y el grito: Ahhgggggggggggg!!!!
:-D
Menos mal que en tu oficina no te obligan a ir emperifollá y con tacones de aguja, que si no.
Como bien dices, esto lo ha hecho el alcalde por nuestra salud; hay menos contaminación, la gente pasea más, tienes que madrugar más y así Dios te puede ayudar, llegas más tarde a casa y así ves menos la tele... Todas ellas cosas buenas pa'l body... ¡Si es que tenemos que reelegirlo ya!
El alcalde debía probar un poco de su propia medicina, es increíble!
En fin, de momento aguanto, ya te contaré cuando se haga de noche y venga el frío, algo tendré que inventar: un patinete con motor, una alas plegables como la de las compresas, un trineo urbano...qué se yo!
O como dice Sonia, no perder el sentido del humor.
Besos
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